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Pensamientos ateos

Hombre frente a una montaña

Foto de portada: [Joshua Earle](https://unsplash.com/@joshuaearle) en [Unsplash](https://unsplash.com)

La gente que se dice atea es definitivamente la más solitaria entre todos, porque siempre habrá más creyentes de las escrituras sagradas (Corán, Torá o Biblia), budistas o agnósticos que ateos. Normalmente somos tachados de herejes, paganos e inmorales o, en el mejor de los casos, cientificistas, aunque este no es mi caso y pienso que creer en dogmas religiosos es tan ridículo como creer en dogmas «autorizados» por el método científico; me gusta pensar que soy un ateo por reflexión filosófica, no solamente por creer en lo que puedo medir y probar.

Cuando digo que soy ateo siempre me dicen lo mismo: que más me vale creer porque si no es cierto que dios existe no pasa nada, pero si sí existe me perderé de la vida eterna, y esto es relativamente cierto si es que el dios único que existe es como dicen la Biblia o el Corán: celoso, vengativo, machista, iracundo, etc.; por el contrario, siempre contesto que qué tal si dios nos puso en esta vida para que cuestionáramos, reflexionáramos y criticáramos las trampas mentales que representa el determinismo de las religiones, que tal vez le molesta la pasividad con la que aceptamos cualquier doctrina religiosa que esté basada en unos libros escritos supuestamente por él o ella (aunque en realidad no creo que esto sea cierto), por lo que siempre me tiran de loco pero al menos me dejan en paz.

Creo que si dios existe y en su «infinita misericordia» me manda al infierno (o me niega la vida eterna) sólo por no creer en él a pesar de ser una persona relativamente buena (trato de ser lo mejor que puedo ética, moral y físicamente), entonces no quiero ser parte de lo que ese dios tenga que proponerme para la vida posterior. Por otro lado, si dios fuera la mitad de sabio y misericordioso que dicen las escrituras, seguro tendré oportunidad de argumentarle mi ateísmo terrenal, y ya entrados en diálogo, veré si quiero o no ser parte de lo que sea que me proponga. A las religiones les gusta pintar un panorama de guerra entre el cielo y el infierno (por supuesto, los buenos arriba y los malos abajo), pero ¿qué tal si Lucifer (el iluminado) es en realidad el bueno?, al menos valdría la pena poder elegir bando ¿no? (por cierto, tampoco creo que esto sea cierto).

La vida eterna en el paraíso es una de las cosas por las que no creo en ninguna doctrina religiosa (según yo, todas las religiones tienen un tipo de paraíso después de la vida); no creo y no me gustaría creer que después de esta vida hay una vida de eterno goce, porque para empezar, el goce es goce cuando hay sufrimiento o cualquier otra desgracia para contrastarlo; y para seguir, la eternidad es mucho tiempo, nos volveríamos locos en un mundo perfecto; son los altibajos lo que hacen interesante la vida, no puedo imaginar una vida eterna de lineal pasividad. Lo mismo pasa con la reencarnación, si es cierto que reencarnamos y que el alma es eterna, en algún punto tiene que carecer de sentido vivir y morir, vivir y morir y otra vez vivir y luego morir.

La primera vez que leí acerca de las ventajas de la finitud fue leyendo El señor de los anillos, Tolkien decía algo así como que los humanos eran la raza que tenían la bendición de la muerte, y que los elfos estaban condenados a vivir eternamente; sinceramente creo que yo preferiría morir y dejar de ser lo que sea que soy que vivir eternamente en el paraíso, y aunque por supuesto no puedo saber qué hay después de la vida, me gusta pensar que esta es mi única oportunidad de hacer lo mejor que puedo por vivir y que en algún momento dejaré de ser y podré descansar… aunque ya se verá.

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